viernes, 20 de mayo de 2011

MI CORAZÒN

"Señores pasajeros buenas noches; desde la cabina de mando les habla el capitán Ramírez León, para informarles que somos número uno en el turno para despegar, lo cual realizaremos en aproximadamente 8 minutos, después de que aterricen las dos aeronaves de pasajeros que pueden observar claramente por el lado izquierdo de nuestra posición, el tiempo en ruta es bueno, gracias por su preferencia y que disfruten el vuelo".

Me encomendé al todopoderoso y cerré los ojos para intentar dormir un poco, no pude, por mi mente aún las lagrimas de mi hija cuando nos despedimos en el aeropuerto -quédate papá te vas el domingo- bonita, ya no puedo cambiar el vuelo, no hay espacio en el siguiente. Caray eso me partió el alma.

Habíamos acordado mi visita para dos semanas más, sin embargo mi deseo de verla venció mi prudencia financiera, y decidí viajar la noche del miércoles en autobús; las once horas transcurrieron sin novedad, acordamos vernos en la cafetería donde siempre, en pleno centro.

El metro me va que ni mandado a hacer, llego en 20 minutos; ella demora y mi ansia se nota cada vez más en las continuas miradas a la puerta de acceso, después de 40 minutos, aparece radiante, hermosa, en plena juventud, sus 20 años son un regalo de Dios, me paro para recibirla y nos abrazamos con un amor grande grande que no necesita explicarse.

Desayunamos riquísimo, y mucha charla necesaria, me platica de tantos temas; pasa el tiempo volando, ya es el mediodía, nos vamos para registrarme en el hotel, ahí continuamos nuestra charla, y desde la ventana tenemos una extraordinaria vista, el cerro de la silla, precioso.

A las tres de la tarde vamos a comer al "Timón", me agrada mucho, yo le hago los honores a un "coctel grande" de camarones, y una cerveza "indio", más charla y nos vamos, porque ella va a la Universidad, debe presentar un examen; la acompaño para abordar un taxi.

Aprovecho esas horas libres para ducharme y afeitarme, el resto de la tarde miro televisión, que casi no se me da. A las 9 de la noche me envía un MSN, dice que ya viene, llega muy rápido, le pregunto que quiere hacer, y nos vamos a comer tacos allá por Madero y Félix U Gómez; resultaron muy buenos, aunque algo caros, bueno como todo en general en esta ciudad.

De regreso al hotel me dice que si le invito una piña colada, y qué bien porque yo deseo una cuba libre, la tomamos en el cuarto, mientras flojeamos y vemos la tele, a las doce pasa la mamá por ella.

Viernes, duermo a pierna suelta, una llamada en el móvil me despierta, pero me sirve para despabilarme y entrar a la ducha, luego estar listo en cuanto ella llegue.

¡Qué linda hija, en verdad soy muy afortunado!, muchas miradas en el trayecto hacia la macro plaza, en este caso, no me atacan los celos, por el contrario me siento como pavo real; en la macro, nos tomamos fotos, y después caminamos hacia el poniente para ir a comer a un lugar llamado "la puntada", que según dice mi hija se come muy bien, y es cierto, aunque el servicio es un tanto lento. Platicamos muchísimo, estamos muy contentos en el lugar con aire acondicionado, afuera el sol y calor es tremendo casi 40; después de 4 horas de charla nos vamos del lugar, nos dirigimos a tomarnos un helado, yo de chocolate, ella de oreo y chocolate, nos sentamos en una banca bajo una providencial sombra y la plática se eterniza; le digo que debo irme al aeropuerto en una hora más, pero me replica, te tengo una sorpresita, te vamos a llevar mi mamá y yo, me sorprende, sin embargo me alegra, estaré mas tiempo con ella.

Pasa la mamá por nosotros, vamos platicando todos y escuchando música durante los 40 kilómetros al aeropuerto, no hay demasiado tráfico vehicular, llegamos sin inconvenientes en 50 minutos.

En tanto documento les digo se tomen una soda, pero no se les apetece, aparecen en el rostro de mi princesa los primeros signos de tristeza, caminamos por los pasillos del aeropuerto, con el propósito de decirle cuànto la amo, que siempre está en mi mente, pero sobre todo en mi corazón, la abrazo, y me dice "no te vayas papá, quédate hasta el domingo" y sus lagrimas muerden mi alma.

Una hora y media después, aterrizamos en el aeropuerto de la Ciudad de México, mi hogar, mis afectos; ahí por cierto, las flores son un paliativo para la tristeza...en cualquier època de la vida, y no importa la procedencia del vuelo o del alma...


Autor: Benjamìn Torres Uballe, prohibida la reproducciòn total o parcial, a travès de cualquier medio, con fines de lucro sin la autorizaciòn por escrito del autor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario