sábado, 17 de julio de 2010

EFRAIN

CUENTO.

Bebió el último trago de su copa de vino, cerró los ojos, y todos sus sentidos paladearon morbosamente el cabernet sauvignon cosecha 94; la comida había sido un manjar, tal y como se acostumbra en Madrid, aún y se haga esto en el más modesto de los bares.

Efraín pidió al camarero un “cortado” doble, en tanto le daba candela a uno de los puros que todavía le quedaban; se quedó pensativo por un largo momento, y sólo lo interrumpió el mesero con el café; le gustaba al máximo España, su cultura, el vino, la comida, el idioma, sus bellísimas mujeres, en fin, se sentía como en casa, sin embargo la melancolía por México ya le comenzaba a pesar desde esta mañana en que despertó.

Cumplía su tercer viaje de trabajo a la madre patria, y verdaderamente estaba consciente de su buena suerte, viajaba con todo pagado por cuenta de la empresa para la cual trabajaba como gerente comercial; el motivo del viaje era visitar a su principal proveedor, cuyas instalaciones se ubicaban en la mediterránea ciudad de Valencia; había hecho muy buenas relaciones tanto comerciales como personales con el dueño, que verdaderamente era un tipazo.

El trabajo le llevaba unos cuatro días con el proveedor, y habitualmente le sobraban tres libres, en que normalmente se trasladaba a Madrid y se dedicaba a visitar sus lugares emblemáticos y recorrerla a pie hasta donde sus fuerzas le alcanzaran.

Por recomendación, se hospedaba en el “Aroza”, en la calle de la salud casi esquina con la gran vía, realmente la ubicación era privilegiada, de ahí se podía dirigir sin mayor contratiempo y caminando a puerta del sol, recorrer la gran vía, curiosear en la “casa del libro” , llegar hasta la castellana, conocer la puerta de Alcalá, las Cibeles, el palacio de comunicaciones, el museo del prado, la cámara de los diputados, tomarse un exprés en el “museo del jamón”, darse una vuelta al “corte inglés” para ver las novedades en cuanto a vinos.

Le gustaba despertarse como a las nueve de la mañana, y desayunar en el restaurant del hotel para abreviar tiempo, en tanto leía “El País”; después a caminar como cartero por todas partes sin seguir alguna ruta predeterminada, y comer en algún bar que le pareciera adecuado, el único requisito era que hubiese mucha gente; le entraba a todo, tortilla de patatas, pulpo, jamón, chorizo, fabada, en fin, lo que hubiese, a nada le ponía peros, normalmente lo acompañaba con un torres 20, el infaltable cortado y un licor del 43.

Por recomendación del portero del Aroza, un día se dirigió a comer un cocido madrileño al restaurant “De la Bola”, situado en el parque del mismo nombre; al llegar le preguntaron que si tenía reserva, y como no había hecho reservación, le pidieron que esperara unos minutos, tiempo durante el que se dedicó a mirar las fotos de los personajes que han ido a comer ahí: entre ellos “Hugo el pentapichichi”, con una dedicatoria amable al personal del restaurant.

Francamente el cocido estaba de campeonato, delicioso; en esa ocasión intentó con una cerveza española, pero fue mala elección, las cañas ibéricas no son malas, son pésimas, y mas si sabes que en México abundan las cervezas de calidad mundial en cualquier estanquillo.

Efraín anotó en su lista de lugares consentidos de cinco estrellas al “Restaurant de la Bola”, tal como ya lo había hecho con “Casa Roberto” en Valencia, donde comió la mejor paella de su vida.

Volvió al hotel como a las 7 de la noche, había caminado muchísimo y estaba un tanto cansado; se recostó un momento, y luego se duchó, volvió a salir y se dirigió a puerta del sol; quería comprar unos Armani para sol que ya había visto el día anterior, se los mostrò la vendedora, se los probó, le complacieron, los pagó, y entonces se dirigió a comprar unas playeras y unos llaveros con motivos españoles para sus padres y su secretaria.

Las 10 de la noche, el tiempo transcurrió rápido; camino al hotel vio un bar con mesitas en la calle muy concurrido, se sentó y pidió un “fundador”, rememorando a “Mecano”, otro puro y luego otro fundador, por qué será, pensó, que el fundador sabe mejor aquí, y mirando a esas “majas” con ojos color miel y de curvas nada despreciables que parloteaban alegremente.

De vuelta en el hotel, a poner todo en orden; el vuelo de Aeroméxico partirà a las 13.00 horas, hay que estar a las 11 de la mañana, afortunadamente el hotel contaba con servicio de transporte al aeropuerto de barajas a precio módico.

No pudo dormir bien, por el contrario; la emoción de volver a casa le hizo pasar mala noche, así que se levantó a las seis de la mañana, empacó, bajò a desayunar, pagó la cuenta, y a las diez llegó el autobús que llevaría a los huéspedes al aeropuerto.

Llegaron puntuales, Efraín documentó, y en tanto era hora de abordar se dedicó a visitar las tiendas del duty free, no con el afán de comprar, sino mas bien para pasar el tiempo.

“Pasajeros de Aeroméxico del vuelo 3 con destino a la Ciudad de México, sírvanse abordar”; el corazón le brincò de emoción.

No evitò una leve sonrisa en el momento en que el enorme avión 767 despegò; le esperaban 11 horas y media de viaje, que se le iban a hacer eternas para poder ver al “Monstro” quien lo iba a recibir en el aeropuerto, y para abrazar y besar a “Marita” y al “Jefecillo”,ah, y para entregarle a la siempre hermosa y consentida Pao la muñeca de porcelana que le había comprado en una tienda de la plaza mayor...


Autor: Benjamìn Torres Uballe; prohibida la reproducciòn total o parcial a travès de cualquier medio,con fines de lucro, sin la autorizaciòn por escrito del autor.

viernes, 23 de abril de 2010

REFLEXIONES

¿Y si olvidara hoy,
mis odios, miedos y desesperanzas…
…Si los guardara, mejor aùn…
Tan lejos, en otra distancia…
Sosegaría mi alma al fin
libre en bienaventuranzas?

¿Y si claudicara hoy
a la soberbia toda…
Qué si la tornara en sol
o en extrema primavera?

¿Y si te quisiera hoy
como jamás antes no quise…
Y si me entregara así…no más,
en certeza reincidente?

¿Y si no vagara ya… Cansado, atribulado…
…Si me quedara aquí, si me sintiera amado…
No sé; cual ave sutil…de canto liberado?

¿Y si vertiera de una vez
el llanto que me falta……Si desoyera tu voz…
O la preservara intacta?

¿Si necio, no insistiera más,
en la estùpida arrogancia …
…Si viviera el renacer…
que me espera en hora exacta?

¿Y si despertara ya…Y tan sólo
me marchara…Si cumpliera hoy…
En el viajar…La parte que hace falta?


Autor: Benjamìn Torres Uballe; prohibida la reproducciòn total o parcial a travès de cualquier medio, con fines de lucro, sin la autorizaciòn por escrito del autor.

jueves, 1 de abril de 2010

HORAS CLARAS

Recurrentemente soy,
tan continuamente necio,
remontando tu altivez,
en que aún me llevas (siento).

Cuando escribo,
estoy saciando,
a mi ser en soledades,
donde existo hace tiempo
en el alma de otros aires.

No es la prisa de entender
por qué tu ausencia,
es quizá necesidad,
la razón no es pertenencia.

Cielo libre en que te miro,
recontar las horas claras,
cuando indómitas las rosas
fueron voz de notas altas.

Mira, que ya concibo,
desandar los corazones,
a la nada, sin pensar,
infalibles los amores.

Hoy el canto es más sereno,
más total; resuena a duelo,
y te canto sin hablar,
hoy aquí; llorar, mañana.

Autor: Benjamìn Torres Uballe; prohibida la reproducciòn total o parcial a travès de cualquier medio con fines de lucro, sin la autorizaciòn por escrito del autor.

sábado, 27 de marzo de 2010

SABADO

Sábado,
infinito, tan deseado;
dormido aún,
siento en mis labios
tu beso húmedo, amoroso
despertando corazones. /

Me lleno de ti
tornasol de mis emociones,
vas juvenil
de la cocina a mi flojera,
y veo el arte de tus pantalones justos
que se llevan colgados mis deseos;
entonces, me despierto,
te saludo, y es tu cuello
antesala del futuro,
reincidencia de unas horas. /

Sábado,
impresión puntual,
compartiendo mi vida con lo amado,
con tu enojo, con tu sol,
con tu mundo extraño, diáfano, bello. /

Qué fácil mirarse así,
en tus ojazos luminosos
vanidosos, inusuales;
culpables, de ti de mi,
de nosotros, los amantes. /

Es mi efímero enojo
derrotado argumento
que se vence temprano,
no hay batalla antes de tiempo,
lo subyuga tu voz,
la delicia de tu encanto./

Sábado,
escritura en lo inmerso de los dos,
como notas fascinantes,
mágicas, arrogantes,
ser a ser,
horizontes, caminantes. /

Sábado,
en tu final se estrujan sensaciones,
anhelos que me tocan al mirarla,
cuando quiere ser niña
cuando decide ser mujer
caprichosa o hasta diosa. /

En el perenne anochecer
nos regalamos nuestras manos
nuestros sueños;
y en el amanecer, es
que nos amamos.


Autor: Benjamìn Torres Uballe; prohibida la reproducciòn total o parcial a travès de cualquier medio con fines de lucro, sin la autorizaciòn por escrito del autor.

martes, 2 de marzo de 2010

PRIVILEGIO

…privilegio la delicia
de encontrarte en mi presente,
y sentirme fugitivo
de placeres olvidados./

Tan sereno amor temprano
que me llevas sin palabras,
en vaivenes cotidianos
a lo cierto del momento./

Estoy así…
en extático camino,
trabajando para mí, el edén,
alguna vez perdido …


Autor: Benjamìn Torres Uballe; prohibida la reproducciòn total o parcial a travès de cualquier medio con fines de lucro, sin la autorizaciòn por escrito del autor.

sábado, 20 de febrero de 2010

PLURAL VAGABUNDO

Andante mi rumbo
con amplios minutos,
lo miro, me encuentro,
y soy lo que pienso.
Quizás vagabundo,
plural de un momento,
abdico materia,
abundo en silencio.
Ociosa mi alma
alboroza este cuerpo,
despunta en el alba,
vacía los tormentos.
A omnímoda forma
prometo lo incierto,
inmerso en verdades
las llevo a buen puerto.
Exánime vivo
el cambio en el tiempo,
se aíslan las flores,
te llevo tan dentro.

Autor: Benjamín Torres Uballe, prohibida la reproducción total o parcial a través de cualquier medio con fines de lucro, sin la autorización por escrito del autor.

viernes, 29 de enero de 2010

MANANTIAL

De sol a sol,
en almas tempranas,
subordinadas a Dios,
despiertas pronto las dianas. /
Incesante manantial
llevando firme molino,
en que tu fe de mujer
va humedeciendo el camino. /
Suspiro breve de amor,
encuentro pleno de cauces;
inmolas trigo y sudor,
te guardo a tiempos distantes. /
Siempre hay más razón de ti,
en los motivos del cielo;
maravilloso gran ser,
regalo bello, divino. /
Ilusiones cotidianas,
al fin ya se han convertido,
de ansiado sueño mayor,
en fruto fértil parido.


Autor: Benjamín Torres Uballe; prohibida la reproducción total o parcial a través de cualquier medio con fines de lucro sin la autorización por escrito del autor.

domingo, 17 de enero de 2010

LA LECHUGA Y BETTI

CUENTO



Transcurrìa 1979, tenía yo en aquel entonces casi 27 años, era aùn joven y estudiaba la carrera de administración de empresas; por aquellos días recién había entrado a trabajar como auxiliar de crédito y cobranzas a BNN RECORDS CO.; (despuès de que junto con mi amigo Castru nos corrieron del anterior trabajo por desmadrosos), el sueldo era francamente raquítico, sin embargo era una transnacional muy grande y laborar ahí significaba adquirir experiencia y hacer curriculum, lo cual servía además para presumir con los amigos y las chicas.

Una de mis actividades en el àrea de crédito, consistìa en llevar al departamento de ventas, después que mi jefe “patas verdes” los autorizaba, los pedidos de los clientes; esto sucedìa unas 10 veces en promedio cada día. En ese ritual cotidiano uno se va necesariamente relacionando con las contrapartes; para el caso, afortunadamente eran féminas. Una de ellas y con la que más trato tenía se llamaba Beatriz; una gûera alta, no muy bonita pero de exuberante carrocería y amable. Sin embargo a leguas se veía que me aventajaba en la vida con un buen caudal de experiencia de todo tipo; por lo cual me impresionaba y me gustaba aùn màs. (Bueno, a esa edad le gustan a uno todas...ok sì sì, està bien, màs a mi que tengo corazòn de condominio).

Despilfarraba mi vida en la rutina de lunes a viernes, entre el trabajo y los estudios; y los sábados con mis cuates “esquineando” (verbo que significa: parados sin hacer nada, absolutamente nada ), en la esquina de la 1 “C” y el blvd. panamericano, maroleando o admirando a las chicas, según fuera el caso, y mirando con malos ojos a los que nos caían mal; pero si acaso por un inusual y fortuito acto de la vida teníamos algo de dinero, pues nos comprábamos una botella de “San Marcos”, y a emborracharnos furtivamente. Si no “esquineàbamos” o nos emborrachábamos, entonces, y sólo para pasar el tiempo iba a ver a mi novia de la colonia, Elenita, morenita simpàtica y de ojos bonitos.

Cierto día y con motivo de la celebración de Halloween, en la escuela mis condiscípulos organizaron una fiesta por cooperación en casa de “Lola la gorda”, compañera de clases y una de las pudientes, pero fea y gordis (que por cierto me quería tronar mi cochinito).
Ante tal suceso y sobreponiéndome a mi miedo, me armé de valor e invité a Betti la chica de ventas, seguro estaba que no aceptaría, me dijo que más tarde me daría su respuesta (casi siempre el preámbulo decente en que una chica lo manda a uno a la chi…na por naranjas).

Ya casi a la hora de la salida unos diez minutos antes, y perdida toda esperanza, me llamó Betti para decirme que sì quería ir. ¡Sorpresa, tremenda sorpresa, debo admitirlo! Me dio la dirección de su casa para pasar por ella una hora y media después.

Toco el timbre y sale, ¡guau!; se me cae la baba internamente, ¡está más que buenísima!, nos vamos en el camión y metro, vamos platicando del trabajo, me pregunta de la escuela; creo, esto constituye el parte aguas, al parecer se da cuenta que no soy menso; bueno la verdad es que se aprende en la escuela, y yo estaba ya en el proceso de que se me quitara lo silvestre.

Llegamos, está prácticamente toda la clase reunida, los más mujeriegos se me acercan de inmediato a saludar, mejor dicho para echarle un vistazo de cerca a Betti, pero como ya los conozco les doy la vuelta y nos dirigimos a donde están sirviendo las bebidas; ahí me encuentro a mis meros cuates Rubén y Ernesto platicando con “Lola la gorda” quien por cierto hace fuchi y no lo disimula, lo que me importa un carajo; me pasan dos bebidas color café, y les presento a Betti, ambos son muy decentes, y aunque Rubén es todo un play boy sumamente peligroso, guarda su distancia.

La bebida, me dice el cantinero, se llama “papa”, es rica pero pega más fuerte que una suegra encabronada; echamos mucho relajo y plática, Betti se ve que está contenta; la gorda ya medio peda viene a sacarme a bailar, (no estoy seguro pero creo me acabo de alburear yo solito), ràpido le encandilo a Rubén que generosamente sale al quite y baila con ella, le debo una. *

Cerca de la medianoche nos despedimos de Ernesto, Rubén y la gorda; Rubén dice que nos lleva, y claro que le acepto el ofrecimiento; llegamos, nos bajamos Betti y yo para despedirnos, me da un beso en la mejilla, lo que me deja completamente emocionado y un tanto nervioso...usted, amable lector me entiende ¿verdad?.

Rubén me da un aventón a mi casa, y en el trayecto me dice que la gûera esta rebuena, que cuando ya no la quiera se la pase, se la miento y nos reímos un chingo, ja ja ja ja.

Llega el fatídico lunes y a trabajar ni modo, mucho trabajo; como a mediodía la primera remesa de pedidos a ventas, voy subiendo la escalera un tanto chiviado y nervioso por el encuentro con la gûera, le entrego los pedidos, y ella sin aspavientos me saluda y me dice, gracias. (Siempre la mujer es envidiablemente màs madura que el hombre).

En la empresa había servicio de comedor para los empleados, y yo solía comer con mi jefe “patas verdes” y otros compañeros del departamento; estaba ese día en la fila esperando mi turno conversando, cuando llega Betti y me dice ¿puedo comer con ustedes? Desde luego, sería un honor le contesto un tanto sorprendido, transcurrió la comida muy amena, y al final que se fueron mis compañeros yo la acompaño a su lugar, en el camino me dice que se la pasó muy bien en la fiesta y que únicamente faltó un poco más de buena música para bailar, le digo que sì, y que sè de un lugar muy bueno para eso, que un día que tenga dinero y ella acepte, la invito.

Era día 15, bendito día de paga; ya no traía ni para los pasajes, pero tan memorable suceso de recibir mi exigua quincena me proveía oxigeno puro; me armo de valor impulsado por mis hormonas y le llamo a Betti para invitarle un café a la salida, me dice que no, mejor acepta la invitación del baile para el próximo sábado.

¡Qué problemòn, me lleva el carajo! Por hablador. No contaba con esto tan rápido, además yo ni conocía “La Lechuga”, sólo estaba faroleando para apantallar a la gûera; me enterè del lugar a través de mi mejor amigo en esa época, *Ricardo; buen tipo e hijo de papi, estudiante también de administración, pero en la ibero; me había dicho que en “La lechuga”, una discoteca llamada así en aquellos tiempos, tocaba una banda muy buena llamada los “Five Fingers” y que el lugar estaba bastante fajador, además de ubicarse en el Hotel Aristos sobre Reforma y en plena zona rosa, lo cual era un verdadero lujo para la època.

Esa noche en cuanto lleguè de la escuela, lo fui a buscar a su casa (era mi vecino), le platique mi apuro y después de reírse un chingo el muy desgraciado, me dio más información; a que hora era conveniente llegar, como ir vestido, cuanto costaba el cover, cuánto los tragos, etc., me insistió eso sí en que no era lugar para llevar a prófugas del metate como las que acostumbraba, le digo que voy a ir con su hermana, entonces me receta una sarta de maldiciones y me dice que ya no me quita mi tiempo.

Hago mi tarea, ceno y me voy a la cama, caray no puedo conciliar el sueño; entre la emoción de la cita con Betti y la preocupación de lo que me va a costar, de plano estoy "apen...tontado"; hice un estimado y necesito màs de la mitad de mi quincena, bueno a ver como salgo de este lío.

Toco el timbre y sale; ¡No mam…! viene a todo lo que da, nos saludamos de beso en la mejilla, y tomamos un taxi (primer hoyo a mi cartera), Al Aristos en reforma le digo al taxista, inicio bien, me parece que la apantallo.

Llegamos, me bajo y le abro la puerta, ¿Cuánto es? 17.00 pesos, le doy uno de 20.00 y le digo guarde el cambio, segunda apantallada (me dolió hasta el alma dejarle los tres pesos); vamos subiendo al primer piso donde se ubica la discoteca, nos recibe el capitán y nos pregunta mesa para cuàntos (¿que no veía el guey que somos dos?), digo que dos, y discretamente tal como me lo sugirió mi amigo, le deslizo en la mano un billete de veinte pesos, funciona, nos da una mesa muy cerca de la pista y de donde toca la banda, eran unas mesas chiquitas redondas, le pregunto que si le gusta el lugar, me dice que está increíble y me besa en la mejilla. Viene el mesero y nos pregunta que vamos a ordenar, le pregunto a ella y me dice que lo mismo que yo, (paso aceite, no conocía mucho de bebidas) pero reacciono muy rápido y pido lo que me aconsejó Ricardo: dos bobadilla 103 etiqueta negra con sidral, me informa el mesero que el grupo inicia a tocar como en 30 minutos, seguimos conversando y el lugar en verdad está chingòn me ha gustado muchísimo, hay unas 40 mesitas, luz tenue, pero sin llegar a ser obscuro.

Sale la banda, el lugar ya está lleno, se presentan, e inician con “¿crees que soy sexy?” de Rod Stewart, ¡qué bien tocan estos cuates de verdad! estoy emocionadísimo, por un momento me olvido de Betti; tocan como unas diez piezas más de ese genero, en las cuales nos paramos a bailar, la gûera es extraordinaria bailarina, y yo un lelo total para el baile, pero como se bailan sueltas y en la bola, pues ni quien se fije.

Anuncian una pausa de 30 minutos, lo que nos cae muy bien ya que ordenamos otra copa y charlamos, está supercontenta, dice que còmo conocí el lugar, le digo que con unos amigos de la escuela hace ya mucho tiempo (si supiera), mentalmente hago cuentas del consumo y voy dentro de lo planeado, afortunadamente ella no es de tragos según veo.

Regresan “Los Five Fingers”, continúan tocando unas cinco rolas movidas, y luego cambian a música romántica lenta en ingles, inician con “hazlo contigo” de bread, e inmediatamente “color my world” de Chicago, luego, la cadencia de la música, el lugar, el rollo que le estoy tirando, hacen lo suyo; le pregunto si quiere ser mi novia y me dice que sí, nos besamos, un beso muy padre, sin lujuria de por medio. (Aùn no tenìa como asesor eròtico al mostro).

Bailamos como hasta la una de la mañana y me dice que si nos vamos ya porque sino la va a colgar su mamà.

Pago y salimos (fue menos de lo que presupuesté), nuevamente taxi hasta su casa, todo el camino en silencio tomados de la mano, en aquel entonces no era yo tan perverso; llegamos, nos besamos despacito como quienes empiezan a quererse.

En tanto me duermo, voy repasando lo sucedido esa noche, ¡estoy sumamente feliz!; que lugar “La Lechuga”, y la banda, simplemente ¡extraordinaria!, me gustaría volver.

Salí con Betti más o menos un año y volvimos a ir a “La Lechuga” unas tres ocasiones más; la relación se enfrió paulatinamente, ya que yo me cambié a un mejor trabajo, a KFT LIMITED COMPANY, con mejor puesto y mejor salario, estando ya por concluir mi carrera de administración.

En esa enorme empresa, éramos unos 1,300 trabajadores en total, de los cuales unas 1,000 eran mujeres entre obreras y empleadas; creo que esto me echó a perder y marcó el inicio de mi carrera de mujeriego; tras dos plantones seguidos a Betti, con toda justificaciòn y derecho me mando a la fregada vía telefónica, lo cual internamente agradecí, ya que yo estaba saliendo para ese entonces con la Zeròn, que me gustaba más que la gûera, tanto que anduvimos como unos tres años, y sí claro, “La Lechuga” era indispensable en nuestras salidas; después fui alternando a la Zeròn con La Pérez León que a su vez me gustaba más que la Zeròn, basta decir que fue mi novia formal 5 años, en verdad me gustaba mucho; “La Lechuga” siempre estuvo presente, no podía faltar.

KFT marcó para bien mi desarrollo profesional; durante mi estancia ahí, me recibí y titulé, en consecuencia gané mejor sueldo y ocupe mejor puesto, también conocí a la que fue mi pareja en la graduación en la hacienda de los morales; Nancy, la secretaria del director de administración y finanzas, chica mayor que yo, pero muy guapa y culta, y que por cierto desarrollò en mi el gusto por la mùsica clàsica, además era poseedora de un excelso trasero, y a quien en una visita a “La Lechuga” en compañía de otras parejas de amigos, no me atreví a besar a pesar del coro insistente, la neta me imponía esa mujer, y aquí ni modo de decir que me salio lo provinciano como a pukis, mas bien emergiò lo joto.

Mis visitas a “La Lechuga” eran ya más seguidas, lo permitía mi mejor status económico, y sobre todo mi gusto por oír a los five fingers; cualquier fémina era buena como pretexto: La Zeròn, La Pérez León, La Vasurto, La miss white, La Galbán, las manzanas I y II, Susi, (¡ah! Susi Susi, saludos Castru) y uno que otro ilícito más de los que “no recuerdo los nombres” *

“La Lechuga”, cuyas palomitas que servìan como botana se decìa eran anticonceptivas, y de las que màs de una de mis acompañantes pidió por kilo para llevar, actualmente está cerrada desde hace varios años junto con el Aristos, sin embargo escribo este relato como testimonio de lo importante que fue en mis años mozos y que trascendió en mi formación cultural, musical, sentimental y por que no decirlo, también en lo erótico. ¡Ah!, estos recuerdos fueron causados por la cercanía del año nuevo, y a que no encuentro un lugar para festejar como la memorable e insustituible “Lechuga”.





AGRADECIMIENTOS:

*A Rubén, por hacerme el quite con la gorda; aunque el muy cretino después se la cobró con creces, ya que cuando terminé con La Zeròn, él se la anduvo fajando y enc…

*A Ricardo, por su asesorìa en mi debut en “La Lechuga”; después liquidé esa deuda con un cuete tremendo que nos pusimos en el bar de la central, donde ya en puntos etílicos lloró sobre los cacahuates de la botana, por la chava del rinconcito.

* A todas las chicas que intencionalmente no mencioné en este relato por prudencia, ya que seguramente ahora son respetables abuelas y destacadas militantes del INSEN.

* A David Lujurias Fajardo por sus precisos recuerdos en el tema de la féminas y fechas, excepto en su fingida amnesia respecto a Susi, y en su obscena insistencia acerca de la 34.

***En aras de la más elemental justicia a las chicas que sì menciono en el relato, debo decir que había de todo como en la viña del señor, es decir: bonitas, feas; altas, chiquitas; exuberantes, flacas; inteligentes y no tanto; cultas y otras menos; ah, pero eso sí, todas estupendas bailarinas, mi agradecimiento absoluto a todas ellas por su afán inconmensurable en enseñarme a bailar; sin embargo mi problema para no haber aprendido a pesar de tan excelsas maestras, consiste en 4 factores fundamentales: mis pies, mi cerebro, y a que me valiò madres.



NOTA IMPORTANTE: Todos los personajes de este cuento son ficticios; cualquier semejanza con la realidad es mera y desafortunada coincidencia.


Autor: Benjamìn Torres Uballe; prohibida la reproducciòn total o parcial a travès de cualquier medio con fines de lucro, sin la autorizaciòn por escrito del autor.

sábado, 9 de enero de 2010

AMARANTA

Beso tu mar
de pétalos inmaculados,
y me regocijo en paz
en la calidez agónica
del tibio verano. /

Viajo a través
de la curvilínea esencia
en tu piel de niña,
remanso de placer
ocasión de nuevo día. /

¡Bendita tu alma!
Alma grácil y festiva
alba risa que domina,
poema cierto a descubrir,
¡mi plegaria tan divina!/

Es tu tiempo renovar
mi contramarcha infinita,
en tu incansable voz
de musa y poetisa…


Bonita: eres el regalo mas bello que la vida me ha dado; te amo siempre.


Autor: Benjamìn Torres Uballe; prohibida la reproducciòn total o parcial a travès de cualquier medio con fines de lucro, sin la autorizaciòn por escrito del autor.