sábado, 24 de septiembre de 2011

FANTASÍA

Eres alada fantasía del viaje eterno en que no vuelo.

Reverberación de ti cada mañana donde presto muero. /

Agonizas mi fragilidad, adivinas el andar, tuyo soy esclavo y siervo. /

Atas las amarras con dolor, pares un segundo de razón.

Instante ése, nunca el ayer, único, imprecisión de luz, de sol. /

De la vida, prontitud es la inquietud en capituladas horas;

inmensidad tu resplandor, fortaleza, desilusión mayor entre mis manos. /

Surco nuevo soy en tu regazo, vida sin germinar si aún lloras el pasado. /

En la profundidad de lo que soy, emerges sola, irrumpes en el tiempo.

Cuán te extraño; en tu intensidad llevas mi andar, soledad y pensamiento. /

Plantas un resquicio de fe, de luz tan natural, en pétalos de piel;

en tu blasonar septentrional, alma y voz del calendario. /

Hoy eres compás final de nuestro baile en el escenario;

ausencia, dolor, páramo; es el infortunio escrito en nuestro diario. /


Autor: Benjamín Torres Uballe; prohibida la reproducción total o parcial a través de cualquier medio con fines de lucro sin la autorización por escrito del autor.

domingo, 18 de septiembre de 2011

EL HOMBRE

Va el hombre detrás de la vida, a destiempo;
en el crujir de la noche dura, tanta maldad exaltada.

Inmerso ya, ahogándose en traiciones. ¡Qué tristeza, cuánta soberbia!;
ensimismado es él, por él.
Bebe la hiel que a borbotones desprecia el tiempo.

Se va, en el espejismo final del retroceso inquieto;
no es eterno, no su corazón certero, muere de sed;
quiere ser hombre y mujer, quiere morirse todo en silencio.

Tiene mirada y corazón de fuego, está quemándose solo por dentro;
miserable es su dolor, esclavo pronto, prisión del blanco y negro.

Emisario de su dios, es perversidad, vileza, pretexto, débil voz.
Ambigüedad de sol, inminencia de las manos, feligrés tan inexacto.

Desesperado busca sombra de ocasión, ignorante, ¡qué perdición!
Su vuelo es odio rasante, desigualdad particular, veneno en su vientre;
esclavo de ir y volver, invalidado juez en desasosegadas horas tarde.

Nómada en el desabrigo, del amor, del error en lo vivido, de la seducción;
la ferocidad es aroma irracional que lo ha ungido.
Bestia maldita, verdugo impío, tormento que lo ha engullido.

A ese hombre, no hay retribución, no hay espaciosidad, no hay lamento.
El dolor no es oropel: es sangre, angustia, arrepentimiento, llanto.

La memoria se extraviará, en el destierro execrable,
sus lamentos gemirán, nadie escuchará, la piedad es modo imperceptible.

Hombre, desagravia el amor, duerme pleno, son horas de dolerse;
de redimir la paz, de tener erguida la frente, de plantar nueva simiente.

Autor: Benjamín Torres Uballe; prohibida la reproducción total o parcial a través de cualquier medio con fines de lucro sin la autorización por escrito del autor.

jueves, 15 de septiembre de 2011

VÉRTIGO

Tañe la vida en la insaciada tarde,
en este vértigo en que voy buscándote en mi sangre.
Ahora se queda el otoño joven en mi casa, en tu vientre,
en el sereno continuar de mi alma, y de la mente.
La necesidad, mujer, eres tú; de vivir, de amar, de existir.
De estar aquí, eternizándome en el milagro de tu canto.
A partir de necesarias horas doradas somos resplandor de sol.
Y necesitamos nada; a excepción de Dios, aquí lo somos todo.
Razones tengo en las palabras, y motivos nunca a explicarlas.
Sé que al mirarte entro en colisión, es refundar lo inadvertido.
Por ti he desandado el camino, desnudado mis cansadas manos;
fustigado la soledad, la ansiedad; hoy entiendo sólo que te amo.
Besas mi corazón y cuánto lo celebro, porque renaces,
tus latidos pronta reflexión, coincidencia en que te abrazo.
Tú, tanta libertad en que me entrego, a veces paz, a veces fuego;
simplemente mi verdad, luz universal en que te llevo.
Nada pedimos de sueños lejanos, son dolor e innecesarios;
tu clamor es como rumor, suave brisa en nuestros labios.
Eres tiempo vivo, estás vestida de paciencia, virtud en plenitud;
igual que hierba fresca de septiembre, vidas juntas que amanecen.
Tantos sueños perennes son placer, claros fulgores de luna;
están escritos con diamantes, con un don, en tus ojos de aceituna.
No es preciso correr más rápido que el tiempo.
Hoy somos eso tú y yo: verdad, vida y nuestros cuerpos…



Autor: Benjamín Torres Uballe; prohibida la reproducción total o parcial a través de cualquier medio con fines de lucro sin la autorización por escrito del autor.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

SEÑORA

Ven, señora de las catorce lunas;
irrumpe en mi corazón, avasállalo.
Domínalo hasta la sometida gota de sangre;
esclavízanos como saetas perdidas. /
Haz de mis ojos cascada y agua salada;
renueva las simientes de mi vida toda.
Quédate, sé inmortal necesidad en mí;
rásgame en el amanecer la piel, señora. /
Madona, sólo dilo, por ti se rinden las horas;
se entregan irónicas, en el sarcasmo de mi correría.
Sacúdeme, trota en mí cual furiosa amazona;
y luego apacíguame, quédate, sedúceme. /
Escribe las postreras letras al final, en un abrazo,
vacía tu flor de amor, que dure sí, hasta el ocaso.
Y luego en la noche otra vez, renacer en tu regazo;
igual que ayer, igual que hoy, en el glorificar de tus ojazos. /
Aquí prohibido nada hay, todo lo comienzas tú, todo;
en el requiebro de tu cuerpo, en los besos o el silencio.
Fuera nada hay, fallece el tiempo, es otra luz del pensamiento;
tan sólo me conduce tu mano, mañana, tarde, para siempre. /


Autor: Benjamín Torres Uballe; prohibida la reproducción total o parcial a través de cualquier medio con fines de lucro sin la autorización por escrito del autor

martes, 6 de septiembre de 2011

RITUAL

Cuento

La intensidad del ruido que producen los automóviles fuera de nuestro departamento, allá en la calle, va en aumento a pesar de que en las ventanas instalamos hace meses, el sistema de vidrios dobles; no puedo ya dormir cómodamente, pero continúo con los ojos cerrados, estimo que son alrededor de las 6 de la mañana y la alarma del reloj sonará media hora después, aún está obscuro en este jueves laboral de finales de otoño, el frío es severo, así que dejar la cama cuesta más trabajo de lo habitual.

¡No por favor! La alarma como loca de atar estalla en ese taladrante ruidillo, francamente lo alucino, un buen día arrojaré por la ventana esa derivación maquiavélica de Chronos; entonces sucede lo de siempre, ella se despierta y de
inmediato busca mi mano, la abrazo delicadamente por el cuello y nos quedamos unos minutos más somnolientos, la miro y la admiro, ¡qué linda es!, para decirlo con absoluta franqueza, me saqué el premio mayor en esta lotería del amor y en el juego oficial llamado vida.

Debo llegar al trabajo a las 8:00 a.m. igual que ella; pero después de mirarnos como tórtolos por muchos minutos, sabemos que la puntualidad hoy no estará presente en el inicio de nuestras actividades laborales, lo cual no tiene mayor repercusión, privilegios que nuestros niveles jerárquicos permiten de vez en cuando.

Fuera pijamas, al pequeño cuarto de baño no le cabe una partícula más de vapor, el agua caliente es una caricia placentera, igual que sus manos, sus brazos, sus besos; en tanto pasa el estropajo por mi cuerpo, me dice -Te Amo- con esos ojazos verdes de ensueño, enamorados, y entre kilos de espuma termina por volverme loco, de olvidar el mundo, de vivir por ella y para ella.

Me visto, en quince minutos estoy listo; traje azul marino, camisa blanca con mis iniciales bordadas, corbata guinda, y su aroma, sí su aroma, el perfume que me regaló en mi pasado cumpleaños “Bleu de Chanel” me fascina, huelo a ella todo el día. Definitivamente sé que no estoy enamorado, ¡Estoy completamente perdido por ella!

Ahora permanezco sentado embelesado mirándola como se viste y arregla, tarda y me desespero, pero bien vale la pena, al final se ve impresionante en ese traje sastre gris perla, me encanta su elegancia, su clase; después de su cara tan bonita y su cabello rubio, es lo que más me atrae de ella.

Ambos preparamos el desayuno, en tanto, nos reímos de cualquier ocurrencia como bobos, como dos bárbaros enamorados; café, yogurt, huevos con jamón, pan integral tostado, y risa ininterrumpida cuando bebo leche directamente del envase y me dice que no niego mi humilde origen ni el código postal.

Descendemos por el elevador los cuatro pisos hasta el estacionamiento; me persigna antes de abordar su auto, nos besamos suavecito en la boca, espero que gire a la derecha en la esquina, y entonces salgo en el mío, coloco el CD de Andrea Bocelli que ella me regaló cuando cumplimos un año de vivir juntos ; “Por ti volaré” es mi favorita y cómo no, si esta mujer, mi mujer, hace un buen rato que me trae volando por todos lados, a cualquier hora… en cualquier lugar… en nuestro ritual.


Autor: Benjamìn Torres Uballe; prohibida la reproducciòn total o parcial a travès de cualquier medio con fines de lucro sin la autorizaciòn por escrito del autor.