jueves, 25 de agosto de 2011

SOMALIA

Artículo

Este día me guardaré toda la frivolidad que groseramente llevo en mí desde que a mis padres se les ocurrió engendrarme no sé si para bien o para mal, en un otoño del siglo pasado; hoy escribiré de un campo de terror, tan absurdo y vergonzante como el de los nazis, así de esa dimensiòn.

Aunque sistemáticamente rehúyo los compromisos, principalmente y con mucho éxito el del innecesario matrimonio; el tema de la barbarie en Somalia, francamente me ha hecho trizas, perturbado como pocas cosas en mi ya añorosa vida. Las imágenes en los noticieros de televisión e internet, resultan dantescas, inmorales, absolutamente inhumanas y perversas.

Los niños en estado de agonía, con moscas en sus caritas, con sus esqueléticos cuerpos a la intemperie, se convierten en un grito desgarrador de piedad a la humanidad entera, a nuestras blindadas conciencias, erosionadas desde hace mucho tiempo por diversas ocupaciones cotidianas.

Los países mirando únicamente sus intereses económicos y políticos, derrochando recursos en temas tan triviales como guerras, investigaciones “científicas” que poco ayudan al ciudadano común, en carreras nucleares, en oropel de celebraciones demenciales, en dimes y diretes.

Esa enorme barbarie en Somalia y en otros países del “Cuerno de África", son claramente la negación del hombre por el hombre, y hay que decirlo con voz fuerte; tan inmensa tragedia no se generó de forma espontánea en un día, era evidentemente una catástrofe anunciada hacía varios años, la hambruna merodeaba cada vez más próxima y agresiva cual bestia apocalìptica, especialmente en ese país africano; entonces, después de que África ha sido “saqueada” desde hace años, ¿quién se beneficia con esta hecatombe?

Los políticos de todo el mundo en lo suyo, en lo que son especialistas, y aquí no hay honrosas excepciones; medrando con el poder, con el dinero, ver dónde pueden beneficiarse inmoralmente o quizás legalmente sí, pero con una interrogante moral y ética en sus decisiones.

Los medios de comunicación ven esta tragedia nada más que con signo de dinero, y la cobertura es en proporción directa a la retribución que obtienen a través de vender a sus audiencias, minutos y minutos o planas y planas de publicidad, y cuando el rating ya no da, sencillamente olvidarán la noticia; el comunicar, primero es negocio y si sobra tiempo, pues algo de responsabilidad social, por supuesto nada que ver con los ideales de Don Francisco Zarco.

Nosotros los ciudadanos de a pie, como usted y yo, en todo el mundo, somos igual que siempre quienes podemos solucionar pronto y eficazmente esa aberración de años de los gobernantes en esa Nación que se han enriquecido obscenamente a manos llenas, llevándola a tal miseria, que hoy enfrentan las consecuencias, sólo que la factura en el recuento de los daños, es a cargo de los niños somalíes.

En lo personal, y al menos de momento, he dejado de pensar mezquinamente, estúpidamente, en qué Bar me reuniré mañana con mis amigos, cuál traje y corbata usaré para lucir mejor ante ellas, quién de todas es la más cool, decente y bonita para llevarla como pareja a la graduación de mi sobrina, qué reloj es el mejor accesorio para tal ocasión, es decir, trivialidades, inmundicias, ligerezas de mente y espíritu, mientras tanto y en lo que he escrito estas líneas, han muerto por hambre en Somalia 20 niños; así que al carajo, ya no escribiré sobre el tema, pues no quiero sumar muertos en mi conciencia, y menos si cuando escribo estoy llorando…como niño…con hambre…

Autor: Benjamín Torres Uballe; prohibida la reproducción total o parcial a través de cualquier medio con fines de lucro sin la autorización por escrito del autor.