Callada, imponente. Luminosa rompes la mañana.
Al igual que olas vencidas, en la tregua de tu mar, preciso amarte.
Serena descansas, me atrevo a tocarte con el alma en ristre.
Mis besos devoran tu cuerpo, soy explosión, quiero vivirte.
Laureles ciñen tulipanes del recuerdo; tus horas ciertas para siempre.
Todo es verde en este valle; reina aquí la placidez, no quiero ni marcharme.
Guardas mis ojos en los tuyos, soy lágrima olvidada. Soy aquí en tu morada.
Deja en el crisol pausado, tiempo exacto a nuestras manos.
En tu cálido fulgor, converge el paso de los años.
Tantas huellas de sol, de luz, de tardes, de las noches... estrelladas.
Autor: Benjamín Torres Uballe; prohibida la reproducción total o parcial a través de cualquier medio con fines de lucro sin la autorización por escrito del autor.
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