miércoles, 15 de febrero de 2012

LA SOLEDAD

La soledad es vida perdida,
manos inertes, dolidas y frías.
Horas eternas, cruzadas perdidas.
Llorar en silencio al alma vacía.
Ahogarse en veneno, morir en tormento.
Perderse en las sombras, callar los secretos.
Flagelos constantes, sumiso el momento.
Soledad, esclavitud rendida, maligna, perversa.
Es negación, ruindad; destruirse solo en el tiempo,
perder una y otra vez descarriadas batallas en miedo.
Corromper los ¿porqué? en pausas sombrías,
en sordidez extraviados, en los años hallarlos.
Enjuiciadora innoble, miserable te yergues,
inmisericorde, por la atrocidad de los yerros.
Soledad, en el hastío destrozas, rompes, vences;
juegas siempre a ganar, siempre humillas tú,
rejuegas indócil, asedias furtiva; es tuya la mente.
Aniquilas el color, sólo hay dolor en negro y blanco.
Miras las penas, y en el triste encono de los ojos,
en el lerdo andar, sinuosos caminos te maldicen.
Agonizas tantas marionetas inertes: en el pozo, en el fango, en el lastre.
Tu aura de maldad es viento impuro, rocío de hiel,
horas vanas, noches y mañanas álgidas, amargadas.
Soledad, eres luto y encuentro, saldo pendiente a quien debe,
cruel ejecutor puntual; presente que nos hiere, en el alma,
ahí, donde es verdad que duele, hoy... quizás... por siempre.

Autor: Benjamín Torres Uballe; prohibida la reproducción total o parcial a través de cualquier medio con fines de lucro sin la autorización por escrito del autor.

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