Abres tu corazón,
nuestras manos se estrechan,
amorosas, perversas, y se buscan, con prisa,
en la hondonada tregua de estos cuerpos ansiosos. /
Lucho indómito pero me vences, me entrego,
cuando escribes en mi ser, letras todas del pausado ¡te amo!
hoy lo olvido todo; promesas, amores, cielos nuevos, mil afanes. /
Cierto es, me gustan más tu mar y atardeceres,
son quietud perenne, inmensidad de sus placeres;
verdad que he intentado, hacer como si no existieras,
de mentirme sí, he ignorado que vivieras. /
Lloré, sí que me lloré, desgraciadas horas negras;
(aciagas mis esperas),
tan que hice del dolor, virtud en otras almas nuevas;
verte abrazada a mí, es brisa y primavera,
entregada sí, ¿algo más, la vida me debiera?
Autor: Benjamín Torres Uballe; prohibida la reproducción total o parcial
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