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En nuestro país y en el mundo han existido, desde épocas muy remotas, las máscaras y capuchas, las cuales se han usado con diversos fines: caza, guerra, religión, diversión, muerte y maldad.
Mundialmente, qué decir de las capuchas de los verdugos, o de las terroríficas usadas por los anormales y detestables miembros del Ku Klux Klan. El cine Hollywoodense también se ha ocupado del tema, películas como: La Máscara de Hierro, con Leonardo di Caprio, y La Máscara, con Jim Carrey, entre muchas, dan cuenta de la fascinación del hombre por tan polémico accesorio.
En México han sido varios los célebres usuarios de máscaras. El más popular, desde luego, el inolvidable luchador Santo, El enmascarado de Plata, y su archienemigo Blue Demon. De los recientes destacan por su popularidad La Parka y Místico.
El uso de máscaras en la república mexicana está muy arraigado en la cultura; basta visitar el Museo de Antropología e Historia o leer acerca de las diversas culturas prehispánicas para recordar cómo ocupan desde épocas distantes un lugar relevante en sus ritos de vida y muerte. Un ejemplo muy descriptivo lo vemos en la “Danza de los viejitos”, en Michoacán, o los Parachicos en Chiapa de Corzo; en ambas se entiende la relevancia de esas cubiertas.
Es precisamente en el estado chiapaneco, y ya en tiempos modernos donde fortalecen su popularidad las máscaras a través de un pariente cercano: el pasamontañas. En 1994 el Subcomandante Marcos, del EZLN, aparecía invariablemente en sus peroratas ante los medios con un pasamontañas cubriéndole el rostro.
Cuando Enrique Peña Nieto juró como Presidente de la República el pasado 1 de diciembre, una horda de vándalos causó actos de violencia que rayaron en el terrorismo; ocultaban sus rostros tras paliacates, máscaras, algunos incluso usaron máscaras antigases. Las imágenes de la barbarie pudieron ser vistas a través de la televisión e internet en la nación y en el mundo entero.
Los responsables de la violencia en el corredor Madero-Juárez, y en los alrededores de la Cámara de Diputados están en libertad, ya sea porque las autoridades no los identificaron o porque los liberaron debido a presiones e intereses políticos. En la Asamblea Legislativa prefirieron modificar inmoralmente, convenencieramente, de forma expedita la ley en la ciudad de México para solapar a los transgresores y dejarlos sin el castigo que merecían.
La sociedad mexicana continúa preguntándose dónde quedó el estado de derecho, la justicia, la obligación irrestricta de garantizar la seguridad a los habitantes de la ciudad y sus bienes. ¿Qué explicación dieron las autoridades capitalinas a todos aquellos propietarios de los muchos comercios que fueron violentados, si es que acaso la anarquía tiene explicación y justificación?
Pero las autoridades no han entendido su falla. Muestran un pavor casi patológico para aplicar decididamente la ley, y continúan tropezándose con la misma piedra de la indolencia. Ante la ineficacia del Estado en materia de seguridad, han aparecido en Guerrero y Oaxaca los llamados “Grupos de Autodefensa” y las policías comunitarias; eso sí, todos sus elementos con las caras cubiertas por capuchas o máscaras.
Y por si lo anterior fuera poco, la semana pasada “estudiantes” del CCH Naucalpan -donde por cierto las autoridades del colegio han aceptado que se distribuye droga-, después de violentos disturbios en el plantel, encabezaron la toma violenta de la Dirección General del Colegio de Ciencias y Humanidades, en Ciudad Universitaria. Los “indefensos e inocentes jovencitos” escondían sus caras bajo máscaras, pañuelos y paliacates. Lo que no tuvieron fue recato alguno en demostrar el delincuencial salvajismo para apoderarse de las instalaciones universitarias, y destrozar lo que se les vino en gana, pues sabían de antemano que se movían en las turbias aguas de la creciente impunidad.
Una vez más las autoridades, tanto civiles como universitarias, faltan a su tarea de aplicar la ley en este penoso caso que se ha ganado el repudio absoluto de la comunidad universitaria. Ya ofrecieron a los pillos encapuchados retirar las denuncias levantadas en su contra por la toma de las instalaciones, amén de no ejercer represalias hacia ninguno de ellos, es decir, el mensaje que envían es el de solapar y alentar el caos mediante la impunidad.
Si negociar con delincuentes ya es ilegal y oprobioso, hacerlo con ellos cuando se esconden tras de una capucha o máscara es rehuir en definitiva al estado de derecho, es darle la bienvenida a la anarquía y a la ingobernabilidad.
Es cierto que la UNAM, a través de sus autoridades, se ha apresurado a condenar los actos porriles y a ofrecer dialogar con los rufianes disfrazados de estudiantes; pero se requiere algo más que un bonito discurso, se precisa una acción decidida, y aclaro que no hablo de represión, en absoluto, sino simplemente aplicar la ley y evitar que la impunidad siga en línea creciente.
A quienes sentimos un enorme aprecio y respeto por la UNAM nos ha dolido profundamente presenciar en los medios electrónicos ver cómo unos zánganos que se oponen al progreso educativo y cultural del país destruían el inmueble y el mobiliario, agredían cobardemente a trabajadores y estudiantes. Los costos de la destrucción al patrimonio universitario se pagarán del presupuesto que se le asigna a la universidad, es decir, de los impuestos que usted y yo pagamos con mucho esfuerzo.
México no necesita de máscaras diabólicas para ser una mejor nación. Las ideas y propuestas deben manifestarse en los cauces legales, en la libertad del debate de los individuos, de su inteligencia y de su espíritu, sí,… que por la raza mexicana hable el espíritu. Jamás la violencia.
STATU QUO POLÍTICO.
Con la asistencia del presidente Enrique Peña Nieto, el próximo lunes 18 se llevará a cabo la XLIV reunión ordinaria de la Conago, donde el gobernador de Chihuahua, César Duarte, entregará la estafeta de la Conferencia Nacional de Gobernadores. Sus colegas consideran que realizó buen trabajo al frente del organismo. Ojalá que el próximo dirigente, sin importar su filiación partidista, trabaje con el mismo ahínco y en beneficio del país.
@BTU15
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