Bajan el viento y el cielo
montados en los jazmines.
Buscan las llamas perdidas
de los veranos sin flores.
Despiertan aves silvestres
nacidas en otros sitios.
Por el caudal de los ríos
tañe el macizo de verdes lirios.
Rumor de aniversario,
el alma apacible despierta.
Está mirando la vida,
resuenan risas de fiesta.
Hojas traviesas desnudan
aromas de la memoria.
El Sol viste de anillos las piedras
mientras sollozan maternas.
El coral de las horas son ninfas primeras.
Ecos despiertan los sueños sin miedo.
Vienen perdidos, aún siguen dormidos.
Ojos de luna cansada se rinden en la batalla.
Nardos de invierno que lloran al alba
las soledades de las estrellas.
Aves silentes buscan su tiempo,
jaulas de agua que son alimento.
Fragua el rocío los pasos del llano,
y en el páramo eterno (tus ojos)
prontas raíces de olvido.
En las sienes clavadas de sombras
cuántos murmullos retumban.
Necios silencios blasfeman
cuando provocan la duda.
La niña pobre de la artemisa
hoy tiene pechos de seda.
Flechas de luces rondan
el mural de bronce fraguado
en el oscuro yunque de mi pecho.
Ellas quieren llevarse hacia el cielo
los sonidos broncos de mi silencio.
Autor: Benjamín Torres Uballe; prohibida la reproducción total o parcial a través de cualquier medio con fines de lucro sin la autorización por escrito del autor.
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