Se inquieta el corazón en la zozobra,
esta noche, en que paciente el mar te vence.
Refrena cauto el horizonte mientras tus marmóreos muslos
beben la luz etérea de mi alma sedienta. /
Olvídanse reclamos áridos e infaustos,
mi aliento permea impúdico el talle de tu cuello, hermoso;
y te entregas en las voluptuosas horas
del continuo escalar la cumbre de tu cuerpo. /
Recorro tu vientre en los puntos cardinales donde me quedo quieto,
en esos labios de Venus, de tu cálido sexo.
Tersa es la piel de los brazos en que me subyugas,
y me atas a ti, como lasciva red de bocas ansiosas. /
Esta noche no más mujeriego impenitente,
el amante ocasional de tan espléndida belleza.
Hoy refrendas en mi ser tentación, concupiscencia. /
Me deleito, al florecer de la mañana, de tu rubia exquisitez,
de mirar tus ojos verdes, de saber, de admitir que estás en mí,
una y otra vez, así, cuando te siento. /
Autor: Benjamín Torres Uballe; prohibida la reproducción total o parcial a través de cualquier medio con fines de lucro, sin la autorización por escrito del autor.
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