Me rindo, ¡sí!
Es tan obsceno el verde perfecto de tus ojos,
y no puedo más ya enfrentarme indemne a ellos.
Hoy claudico en el hechizo inmoral de tu belleza,
me atrapas en el acometer perverso de tus besos,
ventajosos, igual que el sol claudica puntual entre murmullos.
Mis brazos te buscan en la avidez febril de la incipiente tarde,
te quedas ahì, cual doncella guerrera en la gloriada luz de su victoria.
Entonces no, el tiempo no existe...
es sólo obligado cómplice fugaz
a la consumaciòn etérea que vence los sentidos,
de este sortilegio tuyo, tan audaz, tan esperado...
Autor: Benjamín Torres Uballe; prohibida la reproducción total o parcial a través de cualquier medio con fines de lucro, sin la autorización por escrito del autor.
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